domingo, 17 de abril de 2016

LAS MUJERES EN LA IIª REPÚBLICA

ARTÍCULO DE OPINIÓN
Inma Toscano.-
Asamblea local Iu Guadix

LAS MUJERES EN LA IIª REPÚBLICA

Cuando hablamos del papel de las mujeres en la República podemos hacer una larga lista de aquellas que destacaron en el mundo de la cultura, el arte o la política.
Podemos nombrar a Victoria Kent, Clara Campoamor, Margarita Nelken, Federica Montseny, Julia Álvarez, Dolores Ibarruri, Francisca Bohigas (diputada de un partido de derechas), Veneranda García-Blanco, Matilde de la Torre, Mercedes Maestre o María Lejarraga (Diputada por Granada) todas ellas en el mundo de la política.
O podemos nombrar también a María Zambrano, Carmen de Burgos, Lucía Sánchez, María Teresa León, Zenobia Camprubí o Margarita Xirgu en el mundo de la enseñanza, el arte y la literatura con un carácter marcadamente feminista y progresista.
Y por supuesto…. Las trece rosas.
También podemos hablar de lo que la República supuso para la mujer.
·     El voto femenino (Decisión muy discutida entre las mismas mujeres de izquierda que no querían que la mujer votase porque se suponía que estaba muy influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha).
·     La primera ley del divorcio 1932 permitió legalmente el divorcio por mutuo acuerdo
·     Ley del aborto en 1937.
·     La regulación del acceso de las mujeres a cargos públicos
·     Reconocimiento del matrimonio civil
·     El derecho de las mujeres a tener la patria potestad de los hijos
·     La supresión del delito de adulterio aplicado sólo a la mujer
·     La prohibición de las cláusulas de despido por contraer matrimonio o por maternidad.
·     El Seguro Obligatorio de Maternidad.
·     La aprobación de la equiparación salarial para ambos sexos.
·     La aprobación de la Ley de Maternidad que regulaba por primera vez el período de lactancia, el tiempo de baja por maternidad

Todo ello mientras que la Iglesia veía recortadas sus funciones e influencia en el seno de la familia.
Sin embargo la mujer seguía  desempeñando trabajos denominados feminizados (como el trabajo doméstico)  en los que cobraban menos que los hombres, no estaban regulados por la jornada laboral de 8 horas ni disfrutaban de la Ley de descanso dominical. Muchas no tenían derecho a seguros sociales ni aprestaciones  como subsidio de paro o maternidad y la legislación continuaba tipificando algunos trabajos como prohibidos para la mujer en contra de los principios constitucionales y que suponía una discriminación social de sexos: por tratarse de trabajos duros físicamente para la mujer o insalubres. Desigualdad injustificada que se agravaba con el mantenimiento de normativas que prohibían el trabajo femenino en caso de que existiera desempleo masculino.


Frente a todo esto, lo más importante es destacar el papel fundamental que tuvieron las mujeres anónimas en la República fundamentalmente en el ámbito laboral, porque en este proceso de incorporación de la mujer a la lucha, en todo momento lo que predominó fueron las reivindicaciones de clase.

La mujer se incorpora al mundo laboral a través del servicio doméstico y posteriormente al sector servicios. Eso provocó que se crearan organizaciones de lucha por las mejoras laborales  de las mujeres tales como  la Asociación de Obreros y Obreras del Hogar y la Asociación Laboral Unión de Modistas, el Sindicato de la Aguja, que fue liderada principalmente por mujeres, además de otras asociaciones de costureras, planchadoras, etc. que reivindicaban mayores salarios y la desaparición del trabajo domiciliario con la creación de talleres.

Uno de los gremios más luchadores fue el de las lavanderas, el de las planchadoras, tabaqueras y cerilleras, reivindicando no sólo mejores salarios, sino la seguridad en su puesto de trabajo. La incipiente industria de fabricación de jabones, chocolates, empaquetados, etc., posibilitó el acceso de estas mujeres a las fábricas, pero siendo su trabajo remunerado con el cincuenta por ciento menos al de los hombres.

No podemos olvidar tampoco el gremio de empleadas de comercio, telefonistas y oficinistas, la primera huelga de empleadas de telefonistas en Julio de 1931. En ese mismo sentido hay que recordar la lucha y reivindicación por los trabajos de Hostelería, jornadas laborales de 8 horas y descanso dominical. Junto con ellas el gremio de dependientas de Comercio logran en el periodo de la República las vacaciones pagadas.
Tampoco podemos olvidar a las maestras de la Republica, mujeres comprometidas con la igualdad social y de género, conscientes de que cada pasos que daban representaba el dibujo del camino por el cual otras transitarían. Con su interés por innovar, investigar y desarrollar un discurso propio en el ámbito de la educación se embarcaron en los viajes de estudios, participaron en las Misiones pedagógicas, ocuparon puestos de dirección en los colegios y formaron parte de organizaciones sindicales, políticas y asociaciones feministas y ciudadanas. Fueron pioneras en procesos de innovación y practicas pedagógicas que abrían las aulas a una metodología activa y participativa.
Porque creían en la igualdad derribaron los muros que separaban a los alumnos y alumnas, proponiendo prácticas de relación que les permitiera compartir intereses y conocimientos. Una coeducación que les posibilitaría aprender a compartir la vida en igualdad.
La organización femenina más importante en estos años fue la Unión de Mujeres Antifascistas (UMA) compuesta por militantes de la UGT, la CNT y el PCE. Surgió en 1933 como sección española de "Mujeres contra la Guerra y el Fascismo", creada por la Internacional Comunista tras el triunfo de Hitler en Alemania. Comenzaron a tener fuerza en 1934, y tras los acontecimientos de Octubre fue prohibida, aunque siguió existiendo bajo el nombre de “Proinfancia obrera”  y ya en el 36 pasó a denominarse UMA.

Una vez llegada la contienda hubo sus mas y su menos en cuanto al papel que debía jugar la mujer en la lucha contra el fascismo; los había desde quienes opinaban que el papel de la mujer debía estar en la retaguardia lavando, cocinando y haciendo de enfermera con la expresa prohibición de coger un arma (UMA y PCE), hasta quienes defendían que el papel de la mujer debía ir unido al de el hombre incluso facilitando que se incorporaran al frente con formación y entrenamiento militar (POUM).

Cuando Largo Caballero, Ministro de Guerra en el gobierno del Frente Popular, apoyado por el PCE, y más tarde por los anarquistas, decretó la prohibición de que las mujeres luchasen en el frente y que su labor se limitase a realizar las tareas domésticas dentro de los batallones, produjo una enorme decepción y frustración entre miles de ellas, que iban al frente reivindicando la igualdad, y veían de nuevo que se las relegaba para las tareas de las que ansiaban salir.

Los trabajadores se opusieron a esto y tuvieron que intervenir las direcciones de los sindicatos para poner fin a la situación de descontento que se estaba creando en el frente. Con esta política seguida por los dirigentes del Frente Popular y de los partidos obreros, frenando el ímpetu y la ofensiva revolucionaria, tanto de las mujeres como del conjunto de los trabajadores, no se ganaba la batalla, sino más bien todo lo contrario, se preparaba el camino hacia la derrota.

Tras el triunfo de la contrarrevolución fascista, entre 1939 y 1940 había 30.000 mujeres encarceladas; sólo en la cárcel de Ventas, en Madrid, fueron fusiladas 1.000 y otras tantas sufrieron el castigo reservado para las mujeres por la dictadura: rapadas al cero y paseadas por las calles de sus pueblos y ciudades.

Las mujeres retrocedieron más de medio siglo en sus condiciones de vida y en sus derechos, se prohibieron todas sus conquistas: el derecho al aborto, el divorcio, los matrimonios civiles; y además se las privó prácticamente del derecho a trabajar por medio del Fuero del Trabajo, quedando de nuevo confinada a las cuatro paredes del hogar.
En definitiva y a pesar de las contradicciones legislativas y de la brecha entre el texto constitucional y la práctica, la mujer contó con la posibilidad de soñar y de sentir que había conseguido por un momento andar por la senda de la utopía: la de ser igual al hombre, al menos en el papel.

Referencias artículos:
  1. Mujeres de la IIª República: iguales en el papel
  2. El universo femenino de la IIª República  Jorge J. Montes Salguero
  3. La mujer trabajadora en la II República. Juana cobo.
  4. La República y las mujeres.
  5. Las maestras de la República
  6. Las mujeres en la República
  7. Lo que las mujeres ganamos con lIª República Española
  8. Mujeres en la IIª República y la guerra civil: ciudadanas y protagonistas históricas