ARTÍCULO DE OPINIÓN
Inma Toscano.-
Asamblea local Iu Guadix
LAS MUJERES EN LA IIª REPÚBLICA
Cuando hablamos del papel de las mujeres en la República podemos hacer
una larga lista de aquellas que destacaron en el mundo de la cultura, el arte o
la política.
Podemos nombrar a Victoria Kent, Clara Campoamor, Margarita Nelken,
Federica Montseny, Julia Álvarez, Dolores Ibarruri, Francisca Bohigas (diputada
de un partido de derechas), Veneranda García-Blanco, Matilde de la Torre,
Mercedes Maestre o María Lejarraga (Diputada por Granada) todas ellas en el
mundo de la política.
O podemos nombrar también a María Zambrano, Carmen de Burgos, Lucía Sánchez,
María Teresa León, Zenobia Camprubí o Margarita Xirgu en el mundo de la
enseñanza, el arte y la literatura con un carácter marcadamente feminista y
progresista.
Y por supuesto…. Las trece rosas.
También podemos hablar de
lo que la República supuso para la mujer.
· El voto femenino (Decisión muy discutida entre las mismas mujeres de
izquierda que no querían que la mujer votase porque se suponía que estaba muy
influida por la Iglesia y votaría a favor de la derecha).
· La primera ley del divorcio 1932 permitió legalmente el divorcio por mutuo
acuerdo
· Ley del aborto en 1937.
·
La
regulación del acceso de las mujeres a cargos públicos
·
Reconocimiento
del matrimonio civil
·
El
derecho de las mujeres a tener la patria potestad de los hijos
·
La
supresión del delito de adulterio aplicado sólo a la mujer
·
La
prohibición de las cláusulas de despido por contraer matrimonio o por
maternidad.
·
El
Seguro Obligatorio de Maternidad.
·
La
aprobación de la equiparación salarial para ambos sexos.
·
La
aprobación de la Ley de Maternidad que regulaba por
primera vez el período de lactancia, el tiempo de baja por maternidad
Todo ello mientras que la Iglesia veía recortadas sus funciones e influencia en el seno de la
familia.
Sin embargo la
mujer seguía desempeñando trabajos
denominados feminizados (como el trabajo doméstico) en los que cobraban menos que los hombres, no
estaban regulados por la jornada laboral de 8 horas ni disfrutaban de la Ley de
descanso dominical. Muchas no tenían derecho a seguros sociales ni aprestaciones como subsidio de paro o maternidad y la legislación continuaba tipificando algunos trabajos como prohibidos
para la mujer en contra de los principios constitucionales y que suponía una
discriminación social de sexos: por tratarse de trabajos duros físicamente para
la mujer o insalubres. Desigualdad injustificada que se agravaba con el
mantenimiento de normativas que prohibían el trabajo femenino en caso de que
existiera desempleo masculino.
Frente a todo esto, lo más importante es
destacar el papel fundamental que tuvieron las mujeres anónimas en la República
fundamentalmente en el ámbito laboral, porque en este
proceso de incorporación de la mujer a la lucha, en todo momento lo que
predominó fueron las reivindicaciones de clase.
La mujer se incorpora al mundo laboral a
través del servicio doméstico y posteriormente al sector servicios. Eso provocó
que se crearan organizaciones de lucha por las mejoras laborales de las mujeres tales como la Asociación de Obreros y Obreras del Hogar y
la Asociación Laboral Unión de Modistas, el Sindicato de la Aguja, que fue
liderada principalmente por mujeres, además de otras asociaciones de costureras,
planchadoras, etc. que reivindicaban mayores salarios y la desaparición del
trabajo domiciliario con la creación de talleres.
Uno de los gremios más luchadores fue el de
las lavanderas, el de las planchadoras, tabaqueras y cerilleras, reivindicando
no sólo mejores salarios, sino la seguridad en su puesto de trabajo. La
incipiente industria de fabricación de jabones, chocolates, empaquetados, etc.,
posibilitó el acceso de estas mujeres a las fábricas, pero siendo su trabajo
remunerado con el cincuenta por ciento menos al de los hombres.
No podemos olvidar tampoco el gremio de
empleadas de comercio, telefonistas y oficinistas, la primera huelga de
empleadas de telefonistas en Julio de 1931. En ese mismo sentido hay que
recordar la lucha y reivindicación por los trabajos de Hostelería, jornadas
laborales de 8 horas y descanso dominical. Junto con ellas el gremio de
dependientas de Comercio logran en el periodo de la República las vacaciones
pagadas.
Tampoco
podemos olvidar a las maestras de la Republica, mujeres comprometidas con la
igualdad social y de género, conscientes de que cada pasos que daban
representaba el dibujo del camino por el cual otras transitarían. Con su
interés por innovar, investigar y desarrollar un discurso propio en el ámbito
de la educación se embarcaron en los viajes de estudios, participaron en las
Misiones pedagógicas, ocuparon puestos de dirección en los colegios y formaron
parte de organizaciones sindicales, políticas y asociaciones feministas y
ciudadanas. Fueron pioneras en procesos de innovación y practicas pedagógicas
que abrían las aulas a una metodología activa y participativa.
Porque
creían en la igualdad derribaron los muros que separaban a los alumnos y
alumnas, proponiendo prácticas de relación que les permitiera compartir
intereses y conocimientos. Una coeducación que les posibilitaría aprender a
compartir la vida en igualdad.
La organización
femenina más importante en estos años fue la Unión de Mujeres Antifascistas
(UMA) compuesta por militantes de la UGT, la CNT y el PCE. Surgió en 1933 como
sección española de "Mujeres contra la Guerra y el Fascismo", creada
por la Internacional Comunista tras el triunfo de Hitler en Alemania.
Comenzaron a tener fuerza en 1934, y tras los acontecimientos de Octubre fue
prohibida, aunque siguió existiendo bajo el nombre de “Proinfancia obrera” y ya en el 36 pasó a denominarse UMA.
Una vez llegada
la contienda hubo sus mas y su menos en cuanto al papel que debía jugar la
mujer en la lucha contra el fascismo; los había desde quienes opinaban que el
papel de la mujer debía estar en la retaguardia lavando, cocinando y haciendo
de enfermera con la expresa prohibición de coger un arma (UMA y PCE), hasta
quienes defendían que el papel de la mujer debía ir unido al de el hombre
incluso facilitando que se incorporaran al frente con formación y entrenamiento
militar (POUM).
Cuando Largo
Caballero, Ministro de Guerra en el gobierno del Frente Popular, apoyado por el
PCE, y más tarde por los anarquistas, decretó la prohibición de que las mujeres
luchasen en el frente y que su labor se limitase a realizar las tareas
domésticas dentro de los batallones, produjo una enorme decepción y frustración
entre miles de ellas, que iban al frente reivindicando la igualdad, y veían de
nuevo que se las relegaba para las tareas de las que ansiaban salir.
Los trabajadores
se opusieron a esto y tuvieron que intervenir las direcciones de los sindicatos
para poner fin a la situación de descontento que se estaba creando en el
frente. Con esta política seguida por los dirigentes del Frente Popular y de
los partidos obreros, frenando el ímpetu y la ofensiva revolucionaria, tanto de
las mujeres como del conjunto de los trabajadores, no se ganaba la batalla,
sino más bien todo lo contrario, se preparaba el camino hacia la derrota.
Tras el triunfo
de la contrarrevolución fascista, entre 1939 y 1940 había 30.000 mujeres
encarceladas; sólo en la cárcel de Ventas, en Madrid, fueron fusiladas 1.000 y
otras tantas sufrieron el castigo reservado para las mujeres por la dictadura: rapadas
al cero y paseadas por las calles de sus pueblos y ciudades.
Las mujeres
retrocedieron más de medio siglo en sus condiciones de vida y en sus derechos,
se prohibieron todas sus conquistas: el derecho al aborto, el divorcio, los
matrimonios civiles; y además se las privó prácticamente del derecho a trabajar
por medio del Fuero del Trabajo, quedando de nuevo confinada a las cuatro
paredes del hogar.
En definitiva y a pesar de las
contradicciones legislativas y de la brecha entre el texto constitucional y la
práctica, la mujer contó con la posibilidad de soñar y de sentir que
había conseguido por un momento andar por la senda de la utopía: la de ser
igual al hombre, al menos en el papel.
Referencias artículos:
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