lunes, 17 de septiembre de 2018

Apostando por espacios compartidos, desplazamientos en bicicleta y el uso racional del vehículo privado

Pablo Beltrán – Responsable del Área de Movilidad


Francisco Puentedura – Portavoz de IU en el Ayuntamiento de Granada

                                                                        


                                                                                             
Estos días se celebra la Semana Europea de la Movilidad, que tiene como objetivo concienciar a la población sobre la necesidad de cambiar la forma de desplazarnos, cuestión fundamental en la lucha contra el Cambio Climático: según datos del IDAE, en la actualidad el transporte es responsable del 40% de las emisiones de CO2 en España.

Esto es así fundamentalmente por dos causas: por un lado, el desarrollo urbanístico de las últimas décadas ha abandonado el modelo de ciudad mediterránea, que permitía a sus habitantes realizar la mayor parte de los desplazamientos caminando, en bicicleta o en transporte público, por un modelo de ciudad dispersa, que obliga al uso del coche a una gran parte de la población; por otro, también hace décadas se decidió abandonar el tren normal como vertebrador del territorio y optar por la construcción de carreteras, con lo que se multiplican por siete las emisiones de CO2 por pasajero y kilómetro.

En Granada la situación es especialmente grave, siendo nuestra Aglomeración Urbana una de las cinco áreas más contaminadas del Estado sin tener un sector industrial especialmente fuerte, con lo que podemos concluir que la causa principal de las emisiones son los desplazamientos desde los municipios a la capital, que además provocan continuos atascos por más que se amplíen las infraestructuras dedicadas al vehículo privado, con la consiguiente pérdida de tiempo y recursos.
En este contexto, nos parece estupendo que el Ayuntamiento de Granada se sume a la Semana de la Movilidad programando actividades que, como decíamos, van dirigidas a fomentar una movilidad sostenible y que las personas usuarias del vehículo privado se planteen alternativas como el transporte público, el uso de la bicicleta o el caminar. Pero nos tememos que este esfuerzo va a ser en balde si el Ayuntamiento y la Junta siguen sin apostar decididamente por cambios urbanísticos o en infraestructuras.

Aunque cambiar la ciudad y volver a la tipología mediterránea es una tarea larga y complicada, sí podemos, y debemos, revisar las planificaciones urbanísticas y del territorio y recuperar el espacio público para sus habitantes, apostando por espacios compartidos y la pacificación del tráfico para fomentar el caminar, los desplazamientos en bicicleta y el uso racional del vehículo privado. Y por supuesto, también tenemos que  cambiar ya nuestro modelo de movilidad en la Aglomeración Urbana y basarlo en un sistema de transporte público, social y sostenible que tenga como columna vertebral al tren.

Según datos del Consorcio de Transportes, en la actualidad, mientras que aproximadamente sólo un 10% de las personas que se mueven en la Aglomeración usan el transporte público, hay un 50% que usa el coche. Hay que aspirar a invertir estos porcentajes a medio plazo, sobre todo si queremos evitar multas y cumplir con las directivas de la UE, que obligarán a reducir un 60% de las emisiones del transporte para 2050.

El éxito de la puesta en marcha del Metropolitano ha demostrado que es posible cambiar el modelo si se invierte en transporte público; sin embargo, hay que señalar los incumplimientos de la Junta de Andalucía con respecto a los compromisos de frecuencias, número de vehículos, trabajadores o calidad en la prestación del servicio que están precarizando las condiciones laborales de las trabajadoras del metro y del servicio público que tienen que recibir los granadinos. Además, éste sirvió como excusa para el recorte de horarios y frecuencias en las líneas de autobús interurbano, dejando sin cubrir parte de las necesidades de muchas personas.
Por otro lado, el Ayuntamiento acometió recientemente una reordenación de las líneas de autobús urbano muy deficiente por su improvisación y falta de participación, por el retroceso en la inversión y las “zonas de sombra” en los barrios que ésta provoca y, fundamentalmente, por la descoordinación con las líneas interurbanas: organizar el transporte urbano sin contar con el interurbano continúa una política que tiene como resultado un servicio público ineficiente.

Para solucionar esta situación, consideramos imprescindible que la Junta de Andalucía publique el borrador del Plan de Transporte Metropolitano y se produzca un proceso participativo real en el que los diferentes colectivos interesados en esta cuestión introduzcan los consensos que en materia de movilidad se vienen produciendo entre la mayoría de activistas y expertos: debe recoger la recuperación pública de las concesiones privadas para que el sistema responda a las necesidades comunes y no a intereses privados; la necesidad de aumentar significativamente el presupuesto del Consorcio de Transportes para mejorar los servicios básicos y que esa responsabilidad deje de recaer en los ayuntamientos, ya suficientemente asfixiados; la unificación del transporte urbano y el interurbano que considere a la Aglomeración Urbana como un solo ente y que evite la centralización, mejorando la conectividad entre barrios y municipios; una mejora significativa de frecuencias, velocidad comercial y recorridos; unos transbordos accesibles, rápidos y gratuitos entre todos los modos que mejoren la eficiencia de la red; y la bonificación de los billetes que aseguren una acceso democrático para todas las personas usuarias.

Esta inversión producirá un ahorro considerable en todas las cuestiones que tienen que ver con el uso del vehículo privado, tales como muertes o enfermedades por contaminación y accidentes de tráfico, inversiones en construcción y mantenimiento de calles, carreteras y aparcamientos, o subvenciones a combustibles, entre otras. Y, además, como decíamos al comienzo, tendrá sentido celebrar la Semana de la Movilidad y animar a la gente a usar una alternativa que sí exista.