lunes, 22 de julio de 2013

EN MEMORIA DEL DEPORTADO ANDALUZ QUE CONSERVABA LA BANDERA REPUBLICANA TEJIDA EN EL CAMPO DE MAUTHAUSEN




FRANCISCO ORTIZ TORRES 
(Santiesteban del Puerto, Jaén, 1919 Perpignan, Francia, 2013)


Con la muerte de Francisco Ortiz Torres el pasado 4 de julio en su domicilio de Perpignan (Francia) se va extinguiendo definitivamente la voz de los testigos directos que sufrieron los campos de concentración nazis.
Lo lastimoso de estas irreparables pérdidas es que se pierde para siempre la posibilidad de un reconocimiento social importante en vida —que en la mayoría de los casos no se ha hecho— y de hacer pedagogía a partir de sus últimas acciones.
Francisco Ortiz, a pesar de su avanzada edad, se desplazaba año tras año al campo de Mautahsuen para conmemorar su liberación en el mes de mayo. Su sola presencia física en aquel lugar constituye un gesto de admirable nobleza en cuanto que está apelando a uno de los imperativos que ha marcado su existencia: recordar a tantos compañeros y compañeras torturados y asesinados y reafirmar una condición de antifascista que hoy día, desgraciadamente, adquiere mayor relevancia ante el avance y consolidación por toda Europa de partidos y movimientos ultraderechistas, cuando no abiertamente neonazis, que espolean el fanatismo y la intolerancia con proclamas racistas, xenófobas y homófobas. 
Además, Francisco, junto a otros supervivientes, se mostraba plenamente dispuesto a testimoniar sus vivencias, especialmente a los más jóvenes, los llamados a coger el testigo de estos hombres que arrastran en sus espaldas una extraordinaria biografía que nunca debiera perderse por los sumideros de la historia. Y es que la historia de los republicanos andaluces y españoles que hicieron la guerra de España, sufrieron el exilio y fueron deportados a los campos de exterminio de la Alemania nazi sigue siendo inédita todavía, a pesar de los avances en los últimos años, para buena parte de la población que no imagina que en aquellos recintos ideados para degradar la condición humana, además de judíos, había gente que hablaba con acento andaluz y soñaban cada día con su tierra. Una tierra de pueblos, ciudades y aldeas que abandonaron de forma precipitada, siendo todavía muy jóvenes, precisamente, por querer hacerla más libre y habitable rompiendo con siglos de sometimiento, de injusticia y de iniquidades.


Francisco Ortiz nació un 12 de noviembre de 1919 en Santisteban del Puerto (Jaén) en el seno de una familia humilde y campesina, condición que le llevaría muy pronto a la toma de conciencia de clase y a luchar por revertir el estado de las cosas. Como miembro de las juventudes socialistas unificadas, con el golpe de Julio de 1936, no duda en alistarse en las milicias populares y más tarde en el ejército para la defensa de la República donde tiene un papel destacado en la toma del santuario de Santa María de la Cabeza en Andújar (Jaén) contra las tropas del capitán Cortés. Asciende hasta capitán de carabineros y combate en los frentes de Brunete, Guadalajara y el Ebro antes de cruzar los Pirineos en el invierno de 1939 camino del exilio y con un nuevo e inesperado destino urdido por el gobierno francés: los campos de internamiento de las playas del Rosellón que concentraron a decenas de miles de republicanos en pésimas condiciones de vida.  
Ante estas circunstancias ingresa en mayo de 1939 en los Regimientos de Marcha de Voluntarios Extranjeros del ejército francés y es destinado a la frontera belga ante el peligro de una guerra que se veía como inevitable. Con la invasión alemana de Francia en mayo de 1940 es apresado y conducido al Stalag o campo de prisioneros XII-D, cerca de la ciudad germana de Tréveris en la frontera con Luxemburgo. En abril de 1941 es deportado a Mauthausen con el número de matrícula 4245. 
En el campo de Mauthausen desarrolla una importante labor dentro de la lucha clandestina que preparaba la liberación que pudo celebrar el 5 de mayo de 1945 pese a su deplorable estado de salud


El profesor Narciso Alba de la Universidad de Perpignan cuenta sobre este asunto en un artículo en el diario El País (9-5-2005): “Don Francisco Ortiz y otro español apellidado Sardaña fueron los últimos en salir del campo, el 20 de mayo de 1945, pues se encontraban heridos de muerte por la paliza propinada por los SS, con una verga de toro, que les había reventado algunos órganos vitales. Esta red clandestina los llevó al barracón número 6, el de los rusos, en donde trabajaban prestigiosos médicos y cirujanos de los países del Este, que les salvaron la vida y les escondieron hasta su liberación.

Don Francisco Ortiz conserva otros dos objetos de aquellos infernales momentos: un arma de defensa personal y un jersey de lana tejido por los polacos con radios de bicicleta robados a los SS.





Francisco Ortiz (en el centro), junto a otros deportados españoles en el campo de Mauthausen días
después de su liberación en mayo de 1945
Francisco Ortiz, como la inmensa mayoría de los republicanos españoles que logran sobrevivir al infierno nazi, fija su residencia en Francia donde se reúne con su novia del pueblo y forma una familia en la ciudad de Perpignan, convertido en uno de los enclaves neurálgicos de la resistencia antifranquista gracias al numeroso colectivo que ha conformado el exilio republicano.
Francisco Ortiz ha sido durante todo este largo período de tiempo el depositario de un emblema de especial significación simbólica: una bandera republicana que fue tejida por los españoles del campo, que formaban el KLM (Komando de Liberación de Mauthausen) de carácter internacional, que actuó en el campo desde 1943 de forma clandestina. “En la bandera hay varias inscripciones, que han sido desdibujadas por el tiempo y el dolor de quienes la defendieron, aunque ella misma sigue siendo el mayor signo de viva memoria histórica. En letras grandes, "República Española", debajo (dos veces) KLM, y en letras más pequeñas, los nombres de los españoles pertenecientes al comando y el número que les habían asignado en el campo: Ortiz (4245), F. García (3544), F. Herrero (3301), I. Bonilla (3852), Ramón Bargueño (3183), F. Biarnés (3208) y Francisco Playa (5145). Los dos sastres encargados de tejerla fueron Falo y Bonaque”. (Narciso Alba, citado)



Pocos emblemas, como esta bandera republicana, pueden condensar el espíritu de resitencia del colectivo republicano forjado en la lucha contra el fascismo y el nazismo. Por este motivo, Francisco Ortiz la portaba con orgullo todos los años en los actos de conmemoración de la liberación del campo en el mismo Memorial de Mauthausen.
El anterior presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero que acudió a Mauthausen a los actos de homenaje a los deportados en el sexágesimo aniverario de su liberación en 2005, pudo escuchar de viva voz el testimonio de Francisco y otros republicanos españoles. Le fue  entregada la bandera de manera provisonal y simbólica como reclamo para una mayor apuesta institucional , tal como ocurre en la mayoría de estados europeos, hacia la memoria de las víctimas republicanas del nazismo después de décadas de incomprensible olvido. La devolución de la enseña vino acompañada de una carta que reproducimos:

Afortunadamente, en los últimos años Francisco Ortiz ha sido objeto de reconocimiento, en su ciudad de vencidad, Perpignan, donde la actividad memorialista del exilio republicano se mantiene pujante; y en su pueblo de nacimiento, Santisteban del Puerto, donde el Ayuntamiento le rindió un sentido homenaje cuando contaba con 86 años con la emotiva participación musical de su hijo, Juan Francisco, concertista de guitarra. También ha sido entrevistado en dos ocasiones por Rafael Guerrero en el programa que dirige en Canal Sur radio “La Memoria” y que pueden ser escuchados a través de su página Web
http://blogs.canalsur.es/lamemoria/

Francisco Ortiz acompañado de su hijo Juan Francisco, los deportados Edmón Gimeno y Javier
Alcubierre y la presidenta de la Amical de Mauthausen, Rosa Torán, junto a la delegación
republicana en el acto central de conmemoración de la liberación del campo de Mauthausen el
9 de mayo de 2010. (Foto: S. Matyus. Fotoarchiv der KZ-Gedenkstätte Mauthausen)
Como se inicaba en estas páginas, la pérdida de Francisco supone la quiebra de la voz de los supervivientes. La historia de estos hombres que vivieron todos los grandes dramas del siglo XX: la miseria degradante del campo andaluz, la ilusión republicana y la primera experiencia democrática, el ascenso y victoria del fascismo español mediante una cruenta guerra, el primer exilio y los campos de internamiento franceses, la segunda guerra mundial, la deportación a los campos de exterminio nazis y un largo y definitivo exilio en Francia, bien merece la pena que sea recuperada y puesta en valor para las generaciones presentes y futuras. No hay que olvidar que fueron víctimas por una causa: por soñar y aspirar con otro mundo posible. La sociedad andaluza y española siempre tendrá una deuda con todas las víctimas de la deportación a los campos nazis. La memoria de personas como Francisco Ortiz deben constituir una lección ejemplar en el combate contemporáneo contra todo tipo de discriminaciones. Por ello no pueden quedar relegados al olvido. Sirva esta semblanza como pequeño homenaje y recordatorio de la viegncia actual del aviso angustiado que nos legaron: ¡Nunca más!

Con agradecimiento especial a Juan Francisco Ortiz por la utilización de fotografías y documentos del archivo familiar.

Ángel del Río Sánchez
Delegado en Andalucía de la Amical de Mauthausen